martes, 30 de junio de 2009

Tics de la revolución (Honores perdidos)

Tics de la revolución
(Honores perdidos)

El puma americano y el negro león
han devorado al cruel domador
de circos imperiales, de látigo fácil;
se escucha el rugido de la revolución.

Cae el ejército de su majestad,
se hunde la flota de la armada real,
los más caros mercenarios no pueden frenar
la fuerza incontenible de la libertad.

¿Imaginarán los próceres lo que quedó
de aquelllas hazañas, de su patriota abnegación?
¿Lo sabrá la sangre anónima que,
generosa, el suelo pampeano regó,
la que se hizo río de montaña, de la que el ombú bebió,
la que bendijo sierras, valles y hechizadas quebradas
de un norte que el progreso olvidó?

Espero que no.

Yo… no voy a contarles,
sería arruinar su eterno sueño,
más horrible que matarlos de nuevo;
pienso en sus caras y me quiebro;
mejor que hasta nuevos vientos, a sus oídos llegue silencio
y sellen sus párpados el polvo o el mármol.

Sería afrenta menor mearles el cajón
que hacerles ver su escudo, bandera y nación,
así pisoteados en el barro peor,
ahogándose en este infecto pantano de corrupción.

F.I.S