miércoles, 26 de enero de 2011

Ala rota

Ala rota

Cuando tus alas flaquean
y ya ni siquiera consigues flamear,
cuando el esfuerzo no alcanza
y el viento te tira hacia abajo y atrás.

Abajo
y
atrás.

Contra el piso y atrás.

Allí empiezas a extrañar el nido,
en la lejanía de tu soledad,
en medio de esa preciosa libertad,
que súbitamente te incendió con hielo el paladar,
transformándose en sol que tus ojos ya no toleran mirar,
en licor que rebasó tus dos copas de más.

Añoras ahora la protección de aquellos palitos,
tu diminuto refugio,
tu rincón en el ring de este perro mundo.
Alzas los ojos en busca de la sombra del pico materno,
que traía entonces el vital alimento.

Pero las sombras traicionan,
dibujan demonios y miedos,
pajarito aferrado a una rama extraña en un bosque negro,
se sostiene, mínimo, mojado y herido;
lo sostiene el recuerdo y el deseo.

Hace de esa rama su cama y su coraza,
y al alba sobrevuela rengueando selvas de fantasmas,
pidiéndole al viento misericordia,
que vuelvan las horas del otro verano.

Y al final, regresa,
con cicatrices, cansado, quizás más sabio.
Descansará en su nido,
lavará sus heridas en la sal de su mar,
volverá a aletear en la vieja orilla,
mirará el horizonte desde la roca de ayer,
soñará un nuevo viaje,

y volará,

avanzando y alto,

otra vez.

F.I.S.