lunes, 30 de enero de 2012

Verdes grafías

Trazos temblorosos,

letras que se miran,

no se reconocen,

se chocan y tropiezan, torpes.


Palabras muy obvias,

frases que suenan a viejo,

adjetivos en avalancha,

ideas muy tímidas o desaforadas.


Vergüenzas camufladas,

evidente inocencia,

sueños de bohemia y épocas pasadas,

un libro propio,

tus ojos leyendo mis entrañas.


El Caribe, París, Manhattan,

bares, bibliotecas, chimeneas,

humos, botellas, cristales,

calles adoquinadas, puentes,

hoteles y perdidas posadas.


Mujeres hermosas, rockeras y sabias,

amigas en los besos, lluvias que no paran,

lunas llenas que duran semanas,

amaneceres sobre el mar,

tardes naranjas de bancos de plaza.


Era todo eso y, antes de eso,

el amor a la belleza,

la sensibilidad por esas cosas pequeñas (?),

la honda felicidad que provoca

esa imagen fugaz que llega con los párpados bajos,

una oración que deja huella,

dulce renglón lanza que abre, enferma y sana.


Reconocerse humano, saberse tan sólo,

y también (tan bien) acompañado.

Es música, color, fuego,

el intelecto abrazado a la emoción.

Es la poesía salvando nuestro interior.


F.I.S.